domingo, enero 25, 2015

24 de enero de 2015

El título lo dice todo: mi último día en Torreón.
La verdad es que nunca pensé que llegaría el día en el que me tuviera que despedir de las personas que más amo en esta tierra, para tomar un camino bastante arriesgado y difícil, pero al mismo tiempo emocionante y necesario.
Yo pienso (y no recuerdo si lo mencioné aquí anteriormente) que los seres humanos necesitamos movernos para sobrevivir. Tal vez esa no sea una condición permanente, pero si momentáneamente necesaria. 
A pesar de eso, quiero que imaginen a su servidora llorando durante un trayecto de casi 12 horas en camión. No, no es broma. Desprenderse de lo que conoces como 'vida' no es la cosa más sencilla del mundo. Sobre todo desprenderse de las personas. Eso es lo que más me pudo.
Tomar la decisión de irme, siendo tan difícil ya de por sí, fue lo más horrible del mundo al darme cuenta de que tengo una relación estable con un hombre al que he amado por más de cuatro años.
Y puta madre, lo extraño. Lo más difícil es saber que es imposible verlo el día de mañana porque no está a 15 minutos de mi casa.
Hay quienes afirman que los seres humanos no estamos hechos para la monogamia y que eso solo crea un retraso en la evolución del hommo sapiens, en lo personal creo que eso es una total  y completa mentira.
El estar con alguien nos enseña, no sólo sobre esa persona, sino de nosotros mismos; aprendemos a conocer nuestros límites conociendo los de nuestra pareja, aprendemos a respetar, a escuchar, a darnos cuenta de que no estamos solos en el universo. Para mí, tener una relación como la que tengo formó gran parte de mi crecimiento personal.
No necesito de nadie más si todo lo que busco lo encuentro en un solo lugar.
Ahora, esto sí trae consigo un contra muy notable: la dependencia. 
Muchas parejas pueden caer en ella muy fácilmente, así como otras toman distancia desde un principio y así intentan evitarla. Pero no se puede evitar del todo, no si quieres hacer las cosas de la manera correcta. Para amar necesitas abrirte (no, no sólo de piernas...) y arriesgarte a ponerte vulnerable ante una persona desconocida para tu entorno. La realidad es que, cuando nos enamoramos, no tenemos ni puta idea de las intenciones que tiene la otra persona hacia ti.  Lo único que sabemos es que hay química, atracción y probablemente cariño. De ahí en más, caemos a un vacío con los ojos vendados.

Como sea, me estoy desviando del tema.

Yo amo a mi novio, y lo hago como nunca pensé hacerlo. Nuestras vidas se unieron por cuestiones que nunca entenderemos del todo y sin embargo decidimos estar juntos durante todo este tiempo.
Ahora, no sé si esta distancia nos fortalezca o nos obligue a separarnos. En lo personal, espero que las cosas tomen un curso favorable para ambos, juntos o separados.

Bien dicen que el que no arriesga no gana; se podría decir que yo acabo de arriesgar  mi posesión más sagrada por algo que no sé si quiera si suceda. Pero me arriesgué, y pierda o no pierda, sé que voy a ganar mucho más de lo que pude ganar quedándome en Torreón.

Hoy escribo desde Ciudad Juárez, comenzando a concretar ese plan que se creó hace 23 años durante la primera helada de ese año.

Seguiremos informando.

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